martes, 29 de enero de 2008

Reloj de arena

Leonardo no viajo sólo a Barcelona.
Viajó con ella.
Pero sus caminos se bifurcaron al poco de llegar.
O se habían separado desde hacía mucho tiempo y fue allí, lejos de todo y de todos, donde no tenían a nadie con quien aparentar ser felices que descubrieron que no sabían que estaban haciendo el uno con el otro.
Que una vez Leonardo se compró un reloj de arena para contar los momentos de felicidad de toda su vida, es algo que él, ahora, prefiere no recordar.

No hay comentarios: