viernes, 7 de septiembre de 2007

La forma en que se fue

Se fue de noche, muy de noche, esas en donde si hay luna ya no la miras, y si pestañeas con fuerza amanece a tu espalda, a la hora de las miradas perdidas en cuerpos extraviados, así se fue.

Los pocos recuerdos que no tendré, ella los guardó entre lágrimas insonoras en una maleta de cuero, dedos finos que entraban y salían de la cremallera de la maleta como un bisturí, así se fue, así se disecciona un recuerdo.

Las pocas palabras que dijo –esas si las recordaré, las recordaré tanto y tantas veces que no las diré jamás- no cabían en la maleta, las guardé yo, quedaron en casa, vagan por los cuartos, se cuelan en rincones desconocidos para fluir desde los más diversos frascos de galletas o café y según la forma del envase mutar en mil voces, su única voz, todas las voces. Así se fué.

A veces pienso que también llovía, que era primavera, que desde el enorme ventanal vi su figura fantasmagórica perderse entre las hojas nuevas de los jacarandás, que en el instante mismo en que ya no pude verla un gato maulló, o lloró con ella, y corrí a buscarla pero las vías del tren se la había tragado antes de que yo llegara, no lo sé, a veces pienso muchas cosas; luego llega la noche y las voces que me lo recuerdan todo, para que nunca me olvide cómo se fue, por qué se fue.

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