lunes, 1 de octubre de 2007

Desayuno

Se levantó temprano para que el desayuno fuera perfecto: el jugo de tres naranjas, tostadas recién hechas, mermelada de frambuesa, manteca, dulce de leche, dos sándwiches de miga vegetarianos (uno de queso y huevo, el otro de aceitunas), una porción de pasta frola y en un pequeño pero elegante florero una rosa que no era rosa.
Con estudiado orden, sirvió todo en una bandeja antes de llevarlo a la habitación; para él, sólo un café en una enorme tasa con la marca de una empresa que lo despidió con la velocidad de quien toma el desayuno. Trató de no hacer ruido hasta llegar a la cama, allí se acomodó, levantó las sábanas y como hace tantos años ya, se dio cuenta de que nadie dormía allí. Una vez más, se quedó mirando el hueco de la cama que no llegó a formarse.
Cuando tomó el café ya estaba frío y las moscas aun rondaban la cena de anoche.

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