viernes, 1 de junio de 2007

Recuerdos del Edén

Entonces abandonaron el bar Edén, que podría no llamarse así pero que ellos, quince años después, recordaban aún con ese nombre, y caminaron por Rivadavia en silencio; la muerte puede aparecer en cualquier esquina, bajarse de un coche, como último sonido la metralla, como última palabra la que no diré, a veces es mejor callar, hay muchas vidas que dependerían de mi muerte, lo peor que podría pasar, si en cualquier esquina aparece la muerte, o si baja de un coche, es que no me mate, que me obligue a vivir al menos hasta que diga las palabras que no diré, lo mejor, si aparece la muerte es que me mate; todo eso pensó Eva antes de llegar a Pedernera y doblar, para recorrer las tres cuadras que faltaban hasta su casa.
Luego él le tomaría una mano, tras ellos la puerta que, cerrada, los separaba de una vasta ciudad que dormía el continuo y hastiado movimiento, el constante y cansado movimiento de la muerte que otra vez no había sido.

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