viernes, 18 de mayo de 2007

Necrológicas

Ahmed fue a su propio entierro de riguroso luto. Su esposa le preguntó:
-¿Te gustó la ceremonia?
-Me gustó lo que dijiste, en algún momento me vi tentado a reírme pero no hubiera quedado bien desde el féretro.
-Vino tu hermano ¿lo viste?
-Si. Fui a hablarle, pero el idiota me ignoró como siempre.
-No seas mal pensado, tal vez él sí era conciente de que estabas muerto y los muertos no hablan, sólo dejan reproches en la conciencia.
-¿Y entonces cómo es qué vos sí me hablás?
-Que se yo, será porque llevo tantos años muerta que necesitaba hablar con alguien.

Entonces, por fin, Ahmed pudo llorar la muerte de su esposa, ella volvió a callar, ahora para consolarlo.

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